Acababa de llegar a casa después de un día de trabajo. Decidí darme una cómoda ducha para relajar un poco los músculos y, sin saber el motivo vino a mi memoria un recuerdo de hace muchos muchos años. Un grato recuerdo de cuando empecé con la guitarra, a los siete años.
Estaba en el salón de la casa de mis padres intentando preparar una canción que ibamos a tocar en un miniconcierto delante de todo el colegio y no conseguía atinar ni una sola nota bien. Me frustré y entre lagrimas dejé la guitarra a un lado. Justo cuando ya había tirado prácticamente la toalla apareció mi padre y al verme así me preguntó que era lo que me preocupaba.
" No consigo tocar bien, mis compañeros tienen razón y no soy bueno en esto"
Mi padre al oir esto, en un tono muy serio (como siempre en asuntos importantes) se sentó a mi lado y me obligó a tocar durante horas hasta que poco a poco fue sonando mejor.
Al final, cuando ya tenía la canción perfecta sonreí de orgullo y recuerdo que me dijo:
"Ahora vas a ir al concierto y vas a dejar a todos con la boca abierta al demostrarles que estaban equivocados. Porque eres capaz de todo lo que te propongas."
Era su manera de motivarme, y vaya si lo consiguió. Gracias a eso todo salió de forma extraordinaria y tal vez por aquel momento de mi vida nunca dejé de tocar. Hasta el día de hoy que formo parte de un grupo y otro en donde tocamos en parques de batucada, aunque eso ya os lo comentaré mas adelante.
La moraleja de todo esto es que siempre que hay momentos de flaqueza esas palabras te empujan hacia delante. A mantener mi frase favorita.
Siempre P´alante.
Todos somos capaces de todo...
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