viernes, 27 de febrero de 2009

Reflexión Accidental

Quiero compartir un texto que ha escrito alguien muy allegado a mi. No es más que un relato donde, si nos fijamos bien, encontramos mensajes, sentimientos, energía, empatía, supervivencia, fe y entre otras cosas también un poco de bastante realidad.

Es el siguiente:


REFLEXION ACCIDENTAL

Sentía que había estado caminando durante horas llevando una pesada carga, absorta en sus pensamientos, sorteando las obras de la ciudad, ignorando sus ruidos, esquivando empujones de personas apresuradas, los coches apurando los semáforos y acosando a los viandantes menos entrenados para la maratón de alcanzar la otra orilla.

De pronto un fogonazo, un estrépito.... y se encontró, quizá guiada por su olfato, en una placita recoleta y exuberante, con almendros empezando a florecer, lilas, jazmines embriagadores, coloridos parterres con pensamientos, gitanillas, y árboles de sombra bajo los cuales, sentados, charlaban serenamente ancianos con los ojos llenos de historia.

Se sentó en un banco solitario y cerró los ojos dejándose acariciar por la suave brisa, los rayos de sol y aspirando profundamente el aroma de las flores, oyendo el ruido de los pájaros y las risas de los niños correteando alrededor. Una bocanada de paz, de vida, pensó.

Entreabrió los ojos y observó a los niños jugando, activos, alegres. No pudo evitar preguntarse cómo serían sus vidas en el futuro, en qué clase de personas se convertirían, si serían felices .... Se detuvo en otra mirada que también observaba el juego de los niños con una sonrisa tímida, una mirada inocente, expectante, llena de ilusiones, de deseos, pero llena de tristeza, la mirada de una niña agradable, retraída, inmóvil, que
parecía esperar desesperadamente que los niños la incluyeran en sus juegos, rescatándola de su soledad.
Esa expresión en su cara, esa actitud ... fue como el interruptor que puso en marcha la película de su vida, de su infancia, recuerdos sepultados. Imágenes, palabras, sentimientos, la soledad ... un torbellino de rápidas secuencias sin aparente conexión pero buscando el fondo, no pudo evitar pensar en las palabras proféticas de su madre cuando aún era una niña “... no quiero que seas sola, que estés sola ...” y esa fue curiosamente la tónica general de su vida... sería que lo vió en sus ojos, o en su alma?




Quiso acercarse a la niña triste, pero se vió arrastrada por un escalofrío, luces, sonidos de sirena, voces, movimientos rápidos que la transportaban hacia el silencio absoluto.

Y allí sólo persistía una idea, una ilusión, la de volver a encontrarse con esa niña, con ella misma, para llevarle de la mano hacia la esperanza, la alegría, la felicidad que tenía reservada más allá del miedo.

De repente, se sintió fuerte, valiente, mientras pensaba antes de sucumbir a la anestesia, “voy a salir de ésta , la vida me espera, la niña me espera”




ALAN